El reconocimiento viene desde afuera: nadie es profeta en su tierra (o la odisea de Neural por el medio musical de Santiago que finalizo en la Batuta). Por Alfredo Armella
La llegada fue sin problemas, nos estaba esperando Rodrigo Toledo, periodista de Audiomúsica S.A, quien organizaba el evento. Nos dieron las instrucciones y nos comunicaron que debíamos sentirnos orgullosos, puesto que habíamos sido seleccionados por sobre 400 bandas que habían enviado sus demos. Nos hizo sentir orgullosos, y tristes a la vez, ya que es malo no ser reconocido en tu región y que en Santiago se lancen a tus pies.
Eso fue lo que pasó, luego siguió la prueba de sonido –al día siguiente- cargada de un profesionalismo que se fue perdiendo: la banda que tocaba con nosotros ese día se demoró, así que los horarios se modificaron, permitiéndonos tan solo ensayar dos temas y probar algunas de las bases. Hay que ser sincero, ese día de la prueba de sonido, la cosa salió mal. Y así nos fuimos, con un poco de nervios y temor por las desgracias que
estaban comenzando a pasar: se soltó una cuerda, se desafinó el bajo y se rompió el atril, todo eso a dos horas de comenzar la tocata. Y con los nervios nos fuimos a cambiar.
En el camino, Rodrigo (el organizador) nos colmó de alabanzas y de lo buena que había sido recibida la propuesta, por lo novedosa y original, a diferencia de las otras bandas que eran tan sólo una continuación de lo que ya se había hecho.
Tuvimos, también, una presentación en viaX, que resultó bastante bien, ya que todas estaban muy sorprendidos que una banda de tan solo tres meses de trayectoria –con 80 canciones a su haber- hubieses ganado el certamen. “es que somos buenos”, respondimos. Y esa es la idea.
Somos buenos, pero nos sentimos nerviosos, ya que era nuestra segunda gira y la primera en serio, con un público exigente, conocedor de la música y amante de la calidad musical, no ese que se deja engañar con los soniditos que hacen los “vanguardistas de la música electrónica”, que se quedan pegados en su mediocridad.
Pero sigamos, eran las 22:00 hrs. Y llegamos a la batuta. Sueño de muchos. “No cualquiera toca acá”, nos decía Rodrigo y nosotros con un poco de nervios, ya que la banda que cerraba tenía a todo el público a su favor. Estábamos nerviosos porque no sabíamos si nos iban a recibir bien. Pero la sala se fue llenando y la gente se aglomeró en el pasillo. Pusieron las luces, la música ambiental y nosotros mirábamos. La gente muy indiferente conversaba y nos miraba ansiosos, como esperando poco o quizás menos de nosotros que de la banda que cerraba ese día. Es que en términos reales, jugábamos de visita, y eso es complicado en todas partes. Pero teníamos la confianza de que la calidad se impone per se, así que estábamos esperando: “cuando Toledo baje, nos toca...”. Y mientras conversábamos, los cigarrillos pasaban y la gente igual, aparece Toledo. “ya estimados, hay que empezar”. Y nos fuimos a camerinos.
Fuimos anunciados con mucha pompa, presentados como un producto de calidad. Y se apagaron las luces, salimos a escena y se encendieron los focos. Comenzamos con un tema rápido, un Rock melodioso y corto, fuerte, pero con una textura delicada que solo la comercialidad digerible con calidad puede hacerlo. Me sudaban las manos y temblé un poco, pero se terminó el tema y la gente aplaudió sin cesar: gritos, aplausos y un “grande Antofagasta”, se escucharon en la multitud. De ahí en adelante, el público fue nuestro, el cual con mucho respeto, escuchó cada uno de los nueve temas que tocamos, celebrando cada uno y con mucha energía.
Y eso es importante, el respeto, puesto que ellos iban a ver a la otra banda “pez blanco” (nuestros amigos, que compartimos algunos muy buenos momentos). Y nos escucharon con respeto y muchos aplausos. Fue una buena tocata, donde supimos y fuimos confirmados en nuestra calidad, a diferencia de esta ciudad, donde los amigos tocan para los amigos. Allá no, allá en Santiago, la gente es distinta y escucha críticamente, reconociendo lo bueno. Y ahí quedó ese momento, ese jueves 19 de diciembre donde nosotros, Neural, pisamos la batuta, demostrando que Antofagasta tiene mucho que decir. Y nosotros igual.
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